Con total compromiso, cada viernes, Fany M., ―estudiante de segundo año de Bachillerato en Administración Contable―, camina muy entusiasmada junto a su padre hacia el Instituto Nacional Profesora Rosa Orbelina Cañas de Flores, ubicado en el municipio de Chilanga, Morazán, para participar voluntariamente en el proyecto denominado “La Bendición”.
«Nosotros le hemos nombrado “La Bendición”», dijo el profesor Gerardo Claros, subdirector del Instituto, al referirse al invernadero donde han sembrado 500 plantas, entre tomates, chiles y berenjenas. En el proyecto, participan 25 estudiantes de ese Instituto Nacional.
«Este es un sueño hecho realidad porque el invernadero se convierte en un sistema experimental, donde los jóvenes aprenden desde el manejo, la polinización, la fertilización, en fin, todos los cuidados que un invernadero tiene. Los jóvenes ya tienen la capacidad instalada, la idea es hacerlo producir y hacerlo producir para comercializar y también para reforzar el Programa de Alimentación Escolar de la institución», aclaró el docente, quien tiene el apoyo de cuatro maestros involucrados directamente.
Al Igual que Fany, Josué y Digda, compañeros de grupo, llegan puntualmente cada viernes para revisar las plantas, verificar que no haya ninguna plaga, podarlos y a realizar diferentes tareas, en función del cuido de cada hortaliza: «Algunas veces nos toca regar porque le damos un riego adicional a la planta para que mantenga más la humedad, y así es como cuidamos de nuestras plantas en el invernadero, junto a nuestros compañeros», comentó Fany.
Así también, la estudiante se refirió a los motivos que la impulsaron a ser parte de “La Bendición”: «El maestro nos hizo la propuesta de hacer un voluntariado y fue ahí donde tomé la iniciativa de participar e igual le comenté a mis padres y ellos me dijeron que era una excelente oportunidad de aprender nuevos conocimientos y después practicarlos en mi casa».
El proyecto del invernadero está destinado a producir alimentos para el consumo de los alumnos, y fue ejecutado por el Ministerio de Educación (MINED), con el apoyo de la Fundación para el Desarrollo Educativo Morazán en Acción (FUNDEMAC), la cual invirtió cerca de 20 mil dólares.
Al respecto, el Subdirector Claros recordó: «Nosotros siempre hemos cultivado hortalizas de forma tradicional, pero tuvimos un sueño que era cultivar en un macro túnel (a eso le apostábamos nosotros por los costos) y le hicimos el planteamiento a FUNDEMAC y, afortunadamente, este es el resultado», mencionó, al referirse al invernadero.
Ahora, cuentan con un lugar cerrado, estático y dotado de una cubierta exterior translúcida de plástico, dentro de la cual se obtiene un microclima mediante el control de la temperatura, de la humedad y de otros factores ambientales, sin dejar de mencionar el sistema de riego por goteo automatizado, la caseta para el abastecimiento de agua y la construcción de una cisterna.
Para Claros, ―quien trabaja arduamente junto al director del Instituto, el equipo de docentes y autoridades de FUNDEMAC―, es prioridad implementar un sistema agrícola bajo el invernadero, que produzca suficientes hortalizas para complementar la dieta de los estudiantes y sus familias; pero, así también la búsqueda de la autosostenibilidad del proyecto: «Además de producir hortalizas, generamos conocimientos y confiamos en Dios en generar ingresos para la institución y queremos que este invernadero sea autosostenible en el tiempo», afirmó.
Por su parte, Fany aseguró sentirse muy afortunada y agradecida por este proyecto «que ha venido a beneficiar al Instituto en gran manera; en lo personal, muchos de los conocimientos que yo he podido aprender aquí los he llevado a mi casa. Mi papá es agricultor, pero algunas cosas él no las sabe y me llena de satisfacción poder brindarle otros conocimientos; él ha trabajado muchos años en la agricultura, pero no sabe algunas técnicas que algunos agrónomos especialistas o técnicos nos han capacitado en este proyecto», sostuvo.
Finalmente, Fany agregó: «Mi visión es seguir manteniendo el invernadero, que nuevos estudiantes puedan incorporarse, que puedan ver que no solo nos forman académicamente, sino para la vida (…) qué sabemos si el día de mañana nosotros tenemos un invernadero y de eso vivimos, producimos tomates, producimos chiles, producimos berenjenas, podemos mantener a nuestras familias con los conocimientos que hemos adquirido en esta Institución», aseveró, proyectándose con total compromiso y entusiasmo.
